«Irlanda» fotografía de Juanky Pamies Alcubilla en Flickr (CC BY-NC 2.0)
Parece casi imposible abordar tantas cosas en una sola historia, pero esta mujer tiene la capacidad de ir soltando cargas de profundidad como si nada, sin darles aparente importancia, pero que te dejan pensando después durante horas.
Así, cuando hay amor de verdad, también hay infidelidades (solo masculinas… esto generará debate) o renuncias/huidas. El amor que se rompe, el amor imperfecto, el amor imposible, ¿real? pero al que, finalmente, se le da una oportunidad.
Las relaciones familiares tampoco presentan un mundo ideal: hay incomunicación, divorcios tóxicos, familias rotas, pero también hay lazos que no se rompen pese a la lejanía y nuevos vínculos, familias distintas que no se adaptan a los esquemas, pero que funcionan.
En línea con este tema también se habla de la paternidad/maternidad, la fertilidad, la adopción o el aborto: los padres/madres que no pueden serlo, los que lo son y creen que no pueden hacerlo bien; la frialdad del sistema sanitario…
La autora intercala pasajes de crítica social demoledora sobre el sistema educativo anquilosado y clasista; sobre la hipocresía en el tratamiento de la enfermedad o sobre la presión de la fama…
La culpa es uno de los ejes que vertebra la obra. Daniel la arrastra como una piedra, por no haber estado con sus hijos, por no haber disfrutado más de Phoebe, por no haber convencido ni salvado a Nicola, incluso por haber impedido que tiraran las cosas de su madre.
Y esto nos lleva a pensar en la dependencia, el alcoholismo o las drogas como solución para no pensar, para liberarse.
También es una novela que habla de la niñez, de la inocencia y del paso a la adolescencia con los cambios que genera
La muerte, por su parte, tiene también su importancia. De hecho va marcando todos los giros que experimenta Daniel en su vida: la de su madre, le separa de Nicola; las de Nicola y Phoebe casi acaba con su matrimonio…
Es interesante igualmente que el lenguaje, la forma de hablar, tenga también un hueco en esta historia, especialmente cuando se maneja la tartamudez de Ari.
En cuanto a los protagonistas, tenemos a Daniel, un hombre complicado, con un pasado repleto de errores que le lastra. Sin embargo, no resulta difícil empatizar con él. Es un buen tipo que se equivoca y tiene la suerte de recuperar lo único bueno que ha conseguido tener.
Claudette es también una mujer compleja, hecha a sí misma, con talento, fortaleza y mucha seguridad. La prueba de que la soledad es una opción tan válida como cualquier otra, incluso mejor. Ejerce como madre en un entorno difícil en el que es feliz y da a sus hijos una educación sana y en libertad. Ella hace posible tanto el inicio de su historia de amor con Daniel, como su redención.
Phoebe, es un personaje al que conocemos más en la ausencia que en vida. Lo mejor es su relación con Niall, al que admira y complementa.
Niall, es mi personaje preferido, me resulta adorable. Tan sensible, con capacidad de aguantar esa piel en carne viva desde niño, apasionado de su profesión, hermano mayor entregado, apoyo incondicional de su padre… Es tan tierno…
Ari es un niño que supera su tartamudez, para convertirse en un adulto inteligente y con las cosas claras. La prueba de que Daniel no es tan mal padre.
Marithe, es la visión infantil y también quien personifica el paso a la adolescencia.
Timou, es un tipo que se aprovecha de la capacidad de Claudette y además la traiciona. El personaje quizá más antipático de la obra.
Lucas mantiene con su hermana Claudette una buen relación, se apoyan mutuamente, se entienden y complementan.
Por su parte, Maeve, permite dibujar el dolor de la mujer que quiere y no puede tener hijos y también los entresijos de la adopción y las dificultados de las madres primerizas.
Seguro que me dejo algo, ya me completaréis.
La semana que viene, nos vemos ¡Yupiiii!