Temas y personajes de «Los reyes de la casa»

«Infancia robada» fotografía de gaelx en Flickr (CC BY-SA 2.0)

Esta novela trata de muchas cosas relacionadas con la revolución que las nuevas tecnologías y sobre todo Internet han supuesto en nuestro día a día … desde su cara más oscura: el gusto por los programas de telerrealidad, el éxito y la fama de los mediocres, el enriquecimiento económico vinculado al consumismo más salvaje, la exposición pública y ficticia de las vidas de adultos y niños, la adicción a las redes sociales…

Todo lo cual remite a una sociedad sin valores, sin escrúpulos, sin objetivos que vive pendiente de las tostadas con las que se desayuna cualquier influencer, aletargada, engañada, dormida, ajena a lo verdaderamente importante, que roba infancias si hace falta.

Y detrás… mucha soledad y desarraigo, inadaptación, rasgos que comparten curiosamente las dos protagonistas, a pesar de contar con personalidades bien diferentes.

Mélanie tiene pocos amigos, vive obsesionada con la fama y siendo una mujer del montón, sueña con ser lo que no es, así que, encuentra en las redes sociales el instrumento ideal para conseguir meter la cabeza en este mundo coloreado que genera seguidores y dinero sin límites.

Proviene de un entorno familiar hostil, con una madre que la ha despreciado siempre y con la que prácticamente no se relaciona. Sin embargo, construye una familia que podría haber sido normal, junto a hombre que la apoya y dos niños a los que, en su ceguera/locura/extravío, destroza la vida.

En algún momento parece que es buena madre, que se da cuenta de sus errores, pero no, no ve nada, es un espejismo, ella realmente piensa que lo que da a sus hijos es una buena infancia, llena de cosas materiales, pero sin juegos, sin risas, sin compañía ni momentos de verdad.

Clara es metódica, brillante, tiene las cosas claras y consigue convertirse en policía en un ambiente familiar de lucha obrera, militancia y disidencia. Es una persona solitaria, tímida, pero segura, que arrastra la prematura pérdida de sus padres.

Kimmy pasa de ser una niña alegre y espontánea a una actriz a la fuerza, que a medida que va cumpliendo años, lleva cada vez peor las grabaciones y las poses delante de la cámara, contra las que se rebela con claridad. Se convierte en una joven huidiza y dura que rompe con su familia.

Sammy por su parte, es más complaciente, se encuentra más cómodo si no hay confrontación y sigue las pautas que marca su madre sin rechistar, haciendo muchas veces de arbitro entre su hermana y Mélanie y aunque sigue vinculado un tiempo al negocio de los videojuegos y las redes, acaba obsesionado con la vigilancia a que ha sido sometido.

Afortunadamente los hermanos tanto de niños como de adultos, conservan su complicidad y cariño intactos y esa es de las pocas bocanadas de aire que nos ofrece la novela.

El padre, Bruno, se deja hacer, no es un personaje muy bien dibujado, parece un pan sin sal, aunque es tan cómplice de las tropelías de su mujer que se presenta igual de culpable que ella del machaque sistemático de sus hijos.

Hasta aquí nuestro análisis de la obra, el jueves la comentamos en vivo y en directo.

¡Hasta entonces!

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