Personajes y temas de «Lo que arraiga en el hueso»

«Pinceles: detalle hogueras 2008», fotografía de de Rafa3R en Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

Nuestra novela de septiembre hace sobre todo un pormenorizado análisis del ambiente sociocultural, religioso, económico y político de la Canadá de principios del siglo XX. 

Los círculos de poder, los marcados estratos sociales y la importancia de la religión en las vidas de unos y otros, quedan descritos con todo detalle, en algunas ocasiones de forma muy gráfica:

«Podría representarse la ciudad como una tarta nupcial, con los polacos soportando el mayor peso en el gran piso de la base, los franceses en del medio, menos numerosos pero en posición central, y los escoceses en la cúspide, el piso más pequeño y más engalanado de todos».

Cada grupo, cada clase, cada nacionalidad tiene sus propias características y se relaciona con las otras en función de ese estatus. Los escoceses (presbiterianos) son los ricos y poderosos; los franceses, comerciantes de clase media y los polacos, obreros, son ambos de religión católica.

La religión condiciona sus vidas y en parte es lo que arraiga en el hueso de nuestro protagonista: la influencia católica de su tía Mary Ben (y toda su familia materna) junto a la protestante de la cocinera de la casa de su abuelo: Victoria Cameron y su padre.

Es un mundo pendiente de guardar las apariencias, hipócrita y duro en el que nuestro protagonista crece refugiándose en el arte, otro de los grandes temas de la novela.

La pintura renacentista alemana, la canadiense del siglo XX y las vanguardias atraviesan la obra, como si de personajes se tratara en las conversaciones que mantienen Francis y Saraceni.

Sin olvidar la interesante reflexión sobre la ética de la labor de ambos como reproductores fieles de pinturas antiguas que van dejando caer en el mercado como quien no quiere la cosa, mientras se dedican a destapar falsificaciones…

También asistimos a los movimientos políticos que están teniendo lugar en Europa previos a la Segunda Guerra Mundial, a su influencia en la Universidad, al ascenso del nacismo, el marxismo… y somos espectadores de primera línea del reclutamiento de espías para el Servicio de inteligencia del Reino Unido, el famoso MI5.

El sexo es otro tema recurrente, siempre presente: en Mary-Jim (a la que se presupone casi ninfomana), en la culpabilidad del Francis adolescente, en el deseo que le ciega ante Ismay; en la relación fuera del matrimonio del tío O’Gorman…

Por lo que se refiere a los personajes, hay que destacar el papel de los narradores, el daimón Maimás, espíritu tutelar del protagonista, que le sirve de guía, pero sin compasión y el ángel de la biografía, Zadkiel el Menor, que aporta la visión más amable de la vida de Francis. Estas dos versiones, laica y religiosa, enriquecen la imagen que nos llega de nuestro protagonista: Francis Cornish, un mecenas rico y con influencia al que vemos crecer en un hogar sin padres, endurecerse en un colegio donde le maltratan y madurar aprendiendo a encontrar su lugar en el mundo.

Es un tipo observador, un artista dedicado, enfermizo y bastante preocupado por el dinero, que se adapta a las circunstancias que le tocan.

Su abuelo, el senador Hamish McRory es un hombre hecho a sí mismo, de origen humilde, trabajador, con grandes dotes empresariales, a quien el desliz de su hija deja tocado. Mantiene con Francis una cordial relación.

Su mujer, Marie Louise Thibodeau, encarna la hipocresía social: no acepta el aborto, pero pone en práctica todas las ocurrencias que se le ocurren para que su hija pierda al bebé.

La hija de ambos y madre del protagonista, Mary-Jim es una mujer superficial que hace gala de trivializar los problemas. Nada parece afectarle y no ejerce como madre, aunque es afectuosa cuando quiere.

El mayor Francis Chegwidden Cornish, padre de Francis es un oportunista ambicioso que tiene claro su objetivo: de buena familia venida a menos, necesita una nueva rica con la que formar una familia. Aunque no ofrece cercanía y cariño a su hijo, al menos sí le proporciona afecto y contactos.

La tía Mary-Ben introduce el catolicismo en el alma del Francis niño: con los conceptos de pecado y perdón. Es una beata reprimida (enamorada del doctor J.A.) que ejerce como ama de llaves en la casa de su hermano el senador y educa a su sobrino de forma bienintencionada.

En el bando contrario, la cocinera Victoria Cameron, calvinista furibunda, personifica la versión religiosa presbiteriana y una severidad dulcificada por la bondad en el cuidado del primero de los Francis.

Zadok Hoyle ejerce casi de padre de Francis, le aconseja, le da apoyo y además hace posible que su capacidad como dibujante se desarrolle plenamente. Respetuoso y honrado, es el personaje más tierno y cercano de la obra.

Ismay, la prima de la que Francis se enamora es frívola, interesada y calculadora. Se aprovecha del amor de Francis.

Ruth, sin embargo, entabla con el protagonista una relación sana que los acaba uniendo: son dos personas solitarias que coinciden y se apoyan en tiempos difíciles.

Por último, Tancred Saraceni, actúa como mentor de Francis en el mundo del arte. Le enseña lo que sabe para convertirlo en un especialista que pueda reproducir con exactitud un cuadro antiguo y a la vez descubrir falsas obras de arte.

Hablaremos de todo ello el próximo jueves.

¡Nos leemos!

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