«12» imagen de Josep Novellas en Flickr (CC BY-NC 2.0)
La ridícula historia que nos cuenta Landero transcurre en Madrid, ciudad de la que menciona algunos lugares concretos en el texto: la zona de Delicias, donde vive Marcial, y el Paseo de la Castellana (o más bien de Recoletos) a la altura de la Biblioteca Nacional, donde se encuentra con Pepita por segunda vez.
En cuanto a lo cronológico no se especifica mucho, pero se entiende que la acción transcurre en época actual, como parecen corroborar los emoticonos de WhatsApp con los que Marcial ironiza al final del capítulo 14.
La trama principal presenta al protagonista relatando su enamoramiento de Pepita y sus progresos de conquista, que trastocan toda su vida y acaban en una escena final de traca, con desenlace inesperado y rocambolesco.
En el camino, además de tener noticia de las muchas teorías filosóficas del protagonista, varios hilos secundarios nos permiten conocer a sus dos mujeres: Natalia, prostituta-amiga con la que mantiene una relación estable y Merche, una buena chica que le aporta estabilidad.
Se relatan también las tiranteces que mantiene con el presidente de su comunidad de vecinos y con la mesonera del bar más cercano, cuyas escenas nos ofrecen algunos de los episodios más divertidos de la novela.
Otro de los argumentos secundarios, nos remite a la historia de amistad de Marcial con Ramón Cordero, compañero que se convierte en amigo y cuya relación se rompe cuando Marcial se convierte en su jefe.
E intercalado entre sus continuas reflexiones, senos encontramos con el cuento de los insectos, con reminiscencias kafkianas que incluso se hacen explícitas en la obra.
Entre trama y trama, Marcial se expone ante nuestros ojos sin tapujos, orgulloso de su forma de ver la vida, de su misantropía, seguro de sí mismo y de sus teorías filosóficas, por debajo de las cuales hay un pasado de humillaciones y desprecios.
Pero de él y del resto de personajes, hablaremos ya la semana que viene.
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