«La casa amarilla» fotografía de Mariano P. en Flickr (CC BY-SA 2.0)
He tenido que revisar en una segunda lectura, si existen en la novela menciones claras al lugar exacto en el que se encuentra esta casa llena de gente, en busca de un contexto geográfico concreto y no he encontrado nada. Está claro que la acción se sitúa en Argentina, probablemente en Buenos Aires o en alguna otra ciudad grande (por aquello de que en las grandes ciudades se acostumbra a salir al campo los fines de semana y los Vilendi «iban a una quinta que compartían con unos parientes en la provincia»).
En cuanto al contexto temporal, nos encontramos en la época actual (hay referencias a Internet, a los procesadores de texto y a los teléfonos móviles, entre otras cosas).
La peculiar estructura de la obra articula los ejes narrativos que la conforman, cuya trama principal nace a partir de la aparición de una carta y unos cuadernos de Leila, su madre recientemente fallecida; se amplía con los recuerdos de Charo de los años vividos en el duplex de un edificio de pisos durante su niñez. Y se culmina con las evocaciones de algunos otros vecinos o familiares: Vicky, Gloria, Granny, Julián o Rocío.
A través de ese diálogo epistolar que Leila establece con su hija, conocemos en profundidad al personaje, su primera intención de crear un diario de la infancia de Charo que acaba convirtiéndose en su propio monólogo interior, la forma que encuentra de mostrarse ante ella, de que cuando falte, Charo pueda despejar algunas incógnitas.
Es también una carta de disculpa, Leila se siente muy culpable y es igualmente una petición de ayuda: Leila quiere que todo los archivos de imágenes del pasado se guarden, con la excepción de aquello que haga sufrir a Fernando.
Se introducen pistas sobre lo que pasó o no con Martín, datos sobre los altibajos de su relación con Gloria, de su frustración como novelista, de su depresión.
Y por último, en esta misiva aclaratoria, se va colando a pinceladas muy dosificadas una de las tramas secundarias de la novela: el descubrimiento de lo que ha pasado con Silvina.
En paralelo asistimos como espectadores a lo que ven los ojos de Charo, lo que ella recuerda de toda aquella gente que llenaba la casa, de los acontecimientos que tuvieron lugar en una época difícil, su amistad a prueba de bomba con Vicky… que se completan con la propia percepción de algunos de los implicados a los que Charo entrevista.
El conjunto ofrece una panorámica global que permite a la protagonista pergeñar para su público una obra de teatro basada en ella. Algo que ya le proponía su madre también.
Hablaremos de los temas sobre los que reflexiona la novela y de los personajes, algunos muy jugosos, la semana que viene.
Vuestro turno.
Me ha sorprendido la extraordinaria imaginación de la autora narrando y describiendo los distintos temas y personajes de la novela, con una estructura teatralizada, y la novedosa, para mi , utilización de giros y lenguas argentina (la autora lo es),española e inglesa a lo largo de la misma.
Tambien a medida que avanzo en la lectura de la novela , miro a mis vecinos de la comunidad de forma diferente y con mas matices a lo que lo hacia antes , je ,je
Jajaja, sí da que pensar sobre lo que hay detrás de los visillos de los hogares, sobre la realidad, una vez que se traspasan las puertas de todas las casas. Siempre encontramos mucho más de lo que se ve, incluso de lo que se oye 🙂
Es muy curioso pensar que la historia de nuestra vida, se construye mucho mejor, por lo que cuentan otros, que por nuestra propia memoria. Difícil olvidar, las múltiples vidas de paredes contiguas, estos días he repasado, historias cercanas y muchas de ellas dan para varios libros. ¿ y la mía?
Pues también, pero seguramente los libros que se pudieran escribir sobre ti a partir de las visiones de otros, te sorprenderían. A ti y a todos nosotros.