Esta trepidante locura que tenemos entre manos transcurre a caballo entre Madrid y Cantabria (con alguna breve, pero importante, parada de avituallamiento en Burgos).
El extrarradio de la capital en su versión más industrial (Valdemingómez) y más amable, con pueblos de segunda residencia de la Sierra Norte o ciudades dormitorio de la zona pija (Miraflores de la Sierra, Rascafría, Boadilla del Monte) forman parte del escenario de la novela. Además del centro de la ciudad por el que callejean el protagonista y su padre.
A nivel cronológico sabemos que ya se ha tenido lugar el glorioso partido Racing-Paris Saint Germain en el Parque de los Príncipes (2009) y que Furaco ha vuelto a casa. En realidad esto ocurrió en 2017 (el libro se publicó en 2015), así que, Javier Gómez Santander se adelantó a los acontecimientos :).
En cuanto a las tramas, la principal sería la que lleva de viaje al vendedor a Madrid, en plena etapa expansiva de su empresa, donde se produce el encontronazo con un par de ultras, que origina una reacción en cadena que abre varios frentes sobre los que nuestro protagonista irá actuando como buenamente puede.
En primer lugar, la grabación de los ciclistas, hace públicas las imágenes del resultado del «accidente» y desencadena la primera parte de la versión zombi del asunto.
A continuación comienza la persecución de los nazis, con la difusión de carteles que llega a las redes sociales e introduce a Celes, el padre de Daniel, como personaje fundamental de la historia.
Empieza entonces un acoso en dos direcciones, el de los extremistas sobre el protagonista y los suyos y el de estos hacia ellos, con secuestros de por medio.
Entretanto, la investigación policial que desenmascara la teoría zombie, hace necesaria la intervención en vivo y en directo de Celes para añadir verosimilitud a la existencia de los muertos vivientes.
Entra en escena entonces un periodista peliculero que ayuda a Daniel a reforzar la historia del ataque zombi, así como a llevar a los medios y a las fuerzas del orden a la nave de los nazis, de la que consigue sacar a su padre con la ayuda de un gitano.
A partir de ahí, la acción se desarrolla en Cantabria de forma tan vertiginosa como surrealista, con la intervención estelar del oso más famoso que vieron los siglos por estos lares, que ayuda a Daniel a salvar tanto a sus amigos, como a su mujer.
Aprovecho esta llegada a casa para recordar una de las escenas con las que he llorado de risa, cuando sale de Cabárceno de noche y en plena tormenta:
[…] Tomé un cruce. Y otro. Y otro. Estaba en la zona de los leones. Un cruce. Otro. Otro. Tres cuestas. Estaba en la zona de los gorilas. Hice un cambio de sentido y cogí una cuesta que bajaba por la izquierda. Un cruce, dos cruces, otra cuesta. Nada. No sólo estaba perdido, es que ni siquiera estaba pasando por lugares por los que hubiera pasado antes […] Intenté poner el navegador del móvil, pero no tenía cobertura de datos. Un cruce, izquierda. Otro, derecha. Una recta larga. Cruce, izquierda, derecha, bajada. Me cagué en Dios y me bajé del Santana delante de un cartel con mapa. Llovía como en el principio de Parque Jurásico […]
El círculo se cierra con el montaje de un imponente circo político-mediático del que nuestros héroes sacan partido para poner el broche final y feliz a este hilarante relato, muy divertido y bien hilvanado.
Mención aparte merece la historia intercalada de los pingüinos de la Antártida y el recuerdo de la carta que Scott escribió a su esposa mientras se le helaba el corazón. Un oasis de ternura en medio de la vorágine, que, sin embargo y como pasa con el resto de los hilos argumentales, empasta perfectamente con todo lo demás.
Es vuestro turno para añadir todos los comentarios que queráis.
¡Adelante!
Estoy encantada! Me muero por reír. La entrada del padre en la novela fue maravillosa. Voy leyendo poco a poco porque quiero disfrutar de toda la alegría y emoción del libro. El autor sorprende con creatividad, humor e surpresas como en Casa de papel.jajajajaja
Ay, ¡cómo me alegra que lo estéis disfrutando tanto!. ¡Qué bueno compartir risas con vosotros! Mira que lo llevo leído tres veces y ¡todavía acabo a carcajada limpia, al volver sobre algunas frases! ¡Gracias, Fabiola!