Analizando temas y personajes de «Los ingratos»

«Canicas» fotografía de Roka en Flickr (CC BY-NC 2.0)

¿Cómo era aquello que decían en la película Stand by me?

«Nunca más volví a tener amigos como los que tuve a los doce años. Cielos ¿acaso alguien sí?»

La amistad infantil es uno de los temas que mejor se tratan en la novela. Los juegos (lo de hacer cálculos rápidos con la edad de los muertos en el cementerio, es genial), las conversaciones, los descubrimientos, las relaciones con los adultos…

Esos amigos que se hacían fácilmente y en aquel momento eran lo más importante de la vida. El objetivo era terminar las tareas para, lo más deprisa posible, volver a encontrarse con ellos.

En este caso, las aventuras de los amigos transcurren en el campo, en medio de un entorno de sembrados y ganado, que se describe muy bien, pero en aquella época los niños del pueblo y los de la ciudad, no se divertían de formas muy distintas. Lo hacían en la calle, sin demasiado control ni mucha atadura.

El traslado del campo a la urbe, en busca de la mejora social y personal, es otra cuestión que subyace en toda la historia y que el protagonista cuestiona en algún momento. El bienestar en una España atrasada, en la que las oportunidades laborales son escasas, pasa por emigrar a la gran ciudad, donde se empiezan a instalar multinacionales en busca de mano de obra barata.

Y en esta época, ese movimiento coincide además con una nueva etapa política, que saca al país de una dictadura de 40 años y del marasmo cultural, educativo y de desarrollo que conllevó. Esas primeras elecciones, vividas con esperanza, forman parte ya de la historia de este país, aunque algunos ya tenemos tantos años que podemos recordarlas con nitidez :).

Está muy bien descrita la relación entre hermanos. La percepción que tiene David de que para sobrevivir frente a dos, chicas y más mayores, tiene necesariamente que fastidiarlas, me encanta. Porque además, en los momentos en que hay que acercarse a ellas después, también se acerca con la ingenuidad de sus preguntas y preocupaciones.

El amor es otro de los temas de los que tenemos que hablar. Hay amor filial, entre David, sus hermanas y sus padres, que se extendería al de Eme por la familia. Y hay amor de pareja, trufado de adulterio, pero resistente. No se habla mucho de esa infidelidad, pero planea en la primera parte de la obra como una nube que todo lo enturbia.

Llama la atención el hecho de que sea una mujer progresista, independiente, trabajadora en una época en la que muy pocas lo eran, quien, sin embargo, no duda en acoger de nuevo al marido que la engaña, sin demasiada exigencia.

De entre esos amores hay que destacar, claro, el incombustible, incondicional, imperecedero de Eme por su Currete. A prueba de cualquier bomba y lleno de generosidad, de entrega. Esos momentos en que lo mira cuando él no se da cuenta, en los que venos lo orgullosa que se siente de su forma de ser y de sus progresos, la alegría que le produce su compañía y la ternura con que lo envuelve, son una delicia de leer.

El la corresponde sin ambages, una vez pasada la reticencia inicial, con la pureza y la espontaneidad de la infancia. Ella se convierte en un elemento fundamental en su vida, que el asume con naturalidad.

En los comentarios hemos debatido sobre el título del libro y la ingratitud. ¿Es David ingrato? ¿O simplemente crece y en la evolución natural se aleja del pueblo y de Eme? Yo creo que hay un poco de las dos cosas, pero lo que está claro es que él se queda con el dolor de no haberle dicho muchas cosas.

En cuanto a los personajes, hay que señalar las diferencias entre las «blandas», las hermanas de David: Vero, aplicada, pelota que ayuda en la cocina e Isa más rebelde y parecida en su comportamiento al de los chicos.

Los amigos apenas presentan diferencias, excepto Tomás, que hace las veces de hermano mayor de David.

Mercedes representa a una primera generación de madres modernas, que a la vez que conducían, trabajaban fuera de casa y se vestían a la moda, llevaban el peso de la familia y el hogar.

Natalio, es un personaje simpático. Tiene una buena relación con sus hijos que solo descuida en el peor momento de crisis matrimonial, pero que nunca abandona y retoma cuando se le necesita.

Y David, el protagonista, es el niño que encarna la infancia de todos, su mirada limpia, su aprendizaje, su evolución… A veces es muy divertido, a veces reflexivo y siempre adorable.

Aunque es sin duda Eme el personaje más importante. Ella es la ternura, el amor ciego y también la alegría, a pesar de haber tenido una vida dura.

Es analfabeta, pero sabia:

«A mí me habría gustado que me enseñasen a ganar, pero a qué ganar me iban a enseñar mis padres si no tenían nada. A qué ganar si ellos perdían siempre. Si se te muere el marido, pierdes. Pierdes si se te muere el hijo. Si se te desbarata la cosecha, lo pierdes todo. Pierdes si el vecino le va con el cuento a los guardias. Si no vas a la escuela, pierdes. Y si estás sorda, más. Mismamente«

Ella sabe que el niño no lo será para siempre y que volará:

«Ninguna madre está preparada para perder un hijo. Pero lo difícil es tener otro sabiendo una cosa: que vas a perderlo igual«.

Pero:

«Dígale que los sábados no salgo con la Luisa o la Berta a dar el paseo hasta el molino, porque me da un no sé qué aquí en el pecho al ver que vienen coches el fin de semana, porque una nunca sabe, y entonces les digo a las dos: «Hijas, yo mejor me quedo, no vaya a ser que al Currete, después de todo, le dé por venir esta tarde»«.

Y hasta aquí nuestro análisis. Si os apetece comentar algo, este es vuestro turno.

¡Nos vemos la semana que viene en nuestra última cita virtual del año!

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