«Rodaje», fotografía de KeyKAm en Flickr (CC BY 2.0)
Tanto en lo cronológico como en lo geográfico, encontramos la novela perfectamente contextualizada. Se nos ofrecen detalladas fechas importantes, que marcan el itinerario vital del protagonista, así como información sobre los lugares en que transcurre la acción.
Sus primeros pasos en el cine, cuando se embarca en el rodaje de Corolenda estamos en 2011, con el meritorio cumpliendo 18 años, en Teruel.
Una vez acabada la película y a la espera de poder entrar a formar parte de otro proyecto de grabación, pasa algún tiempo en Madrid, para acabar en el lugar que de verdad adquiere protagonismo en la novela: Ávila, esa capital de provincias que suele pasar desapercibida para todos, pero que para Lorenzo está llena de posibilidades. A esta ciudad castellana atribuye el autor, costumbres y ambientes que se alejan de los tópicos y la despojan de su fama de lugar cerrado y conservador.
Es allí donde, de nuevo en el vigésimo primer cumpleaños del personaje principal, sabemos que estamos en 2014.
Entre 2015 y 2017 entra en su vida Bertrand, que le permite mantener viva su pasión por lo cinematográfico, hasta llegar a lo que parece la actualidad en que descubrimos a Sixto metido en política, en un partido emergente que a todos nos puede sonar y a nuestro antihéroe narrador trabajando en la sombra.
Por lo que se refiere a las tramas, podríamos hablar de un hilo principal que serían las propias andanzas del protagonista que le llevan a conocer a un par de tostonazos que dan título al libro, en dos ambientes muy diferentes: uno, el del rodaje de una película y otro, la casa de un anciano al que tiene que cuidar.
Cada uno de estos escenarios abre su propia trama secundaria: en el primer caso, nos encontramos en medio de la grabación de una película, con prisas, estrés, presión, líos y un patán con mucho poder que se carga el proyecto. Esta parte resulta más ágil, se nota que el escritor conoce de lo que habla y bajo la crítica mordaz, siempre hay una mirada benevolente al mundillo de la farándula, que durante el rodaje tiene mucho de familia.
La segunda trama, ya en Ávila, al cuidado de Pacomio, se hace un poco más pesada y presenta al protagonista viviendo con un anciano al que tiene que soportar como buenamente puede y al que acaba grabando para mantener viva la llama del cine.
El siguiente hilo argumental viene protagonizado por la entrada en escena de Bertrand, que hace un poco el papel de socio protector-hermano mayor de nuestro personaje, aunque desaparece de manera un tanto abrupta para dar paso a la última trama de la novela en la que nos encontramos al protagonista dedicándose a lo que le gusta desde la cara oculta de la profesión.
Nos quedan los personajes y los temas de la obra, pero eso ya para la semana que viene.
Espero vuestros comentarios impaciente :).