«Béisbol en Japón» fotografía de Antonio Tajuelo en Flickr (CC BY 2.0)
Nada más empezar la novela, se detalla el lugar en que transcurre la acción: se trata de «una modesta ciudad del litoral del mar interior de Seto» y la mayor parte de lo que Ogawa nos cuenta, tiene lugar entre marzo y septiembre de 1992, aunque en el tramo final de la obra nos lleva hasta 11 años más tarde.
Casi todo discurre entre las cuatro paredes de la casa del profesor, intercalándose algunas breves salidas fuera de este escenario: al peluquero, al centro de salud, al partido de béisbol y al dentista.
La protagonista, que trabaja en una empresa de empleadas de hogar, comienza a trabaja en casa de un profesor de matemáticas, que tras sufrir un accidente de coche, solo retiene en su memoria 80 minutos y después no recuerda nada.
Este es el núcleo central de la historia a la que se incorpora el hijo de la asistenta, a quien el profesor insiste en acoger y trata con consideración y dulzura.
La vida cotidiana de los tres transcurre plácidamente, cada uno asumiendo sus tareas, pero siempre con el profesor ejerciendo como tal, enseñando matemáticas y contagiando a la mujer y al niño su admiración por los números, en especial por los primos.
En paralelo, la afición por el beisbol que comparten maestro y alumno, va forjando una curiosa amistad hasta que la protagonista es despedida por el recelo de la cuñada del profesor, que no entiende esta relación.
La fiesta de cumpleaños del pequeño, que hacen coincidir con un premio recibido por el maestro y el intercambio de regalos con mucho significado, pone fin a los meses en que todos coinciden bajo el mismo techo.
La madre y el hijo continúan visitando al matemático en su residencia durante otra década, durante la cual el niño se convierte en adulto y a su vez, en profesor de matemáticas.
Seguimos con los temas de la obra y sus deliciosos personajes la semana que viene.
¿Queréis comentar algo?
¡Adelante!
¡Me ha encantado!.
La historia de tres personas, que de entrada no tienen nada en común y terminan formando una familia. Y una historia en segundo plano, de la que se percibe algún que otro fleco, entre el profesor y su cuñada.
Un relato lleno de ternura que nos acerca a los números y su lenguaje.
¡Cómo me hubiera gustado encontrarme con un profesor de matemáticas como este!
Me quedo con este último deseo, Mª Teresa. Creo que todos habríamos aprendido a amar las matemáticas con un maestro como este :). También me gusta como resumes la historia de tres personas que no tienen nada en común y acaban formando una familia. Mejor sinopsis, imposible. Me alegra que te haya gustado la novela. ¡Qué bueno tenerte otra vez por aquí!.